La creatividad consiste en encontrar soluciones, puntos de vista, ideas y combinaciones nuevas e inusuales. La creatividad surge de la imaginación, de la apertura, del juego y de la curiosidad, cualidades que son naturales en los niños. Estas cualidades son herramientas poderosas para fomentar la creatividad y las ideas innovadoras, especialmente si se abordan a través del juego y el descubrimiento. Un beneficio añadido del uso del juego es que es más fácil hacer que los niños se comprometan y se motiven.
La creatividad es necesaria para encontrar ideas y resolver problemas. Las ideas innovadoras están en el mismo lugar que los frutos de la creatividad: en lo novedoso, y las ideas se adaptan y adoptan de forma práctica y positiva. Existen muchas técnicas que se emplean para generar ideas y métodos creativos tales como la lluvia de ideas. Estos procesos pueden convertirse en actividades más lúdicas si se utilizan diferentes elementos, por ejemplo, notas adhesivas, diferentes colores, diferentes objetos, dibujos tontos y cualquier cosa divertida. Agrupar ideas similares es más interesante cuando, por ejemplo, se utiliza papel de colores. La elección de ideas puede ser algo lúdico y motivador si se usa la narración, pidiendo a los niños que imaginen qué podrían significar en la práctica las diferentes ideas, pidiéndoles que creen situaciones y, de nuevo, mediante métodos lúdicos, como la votación por puntos (votación con pegatinas de colores). Evaluar lo innovador de una idea más allá de si es buena o no puede trabajarse a través de preguntas como: ¿Es algo nuevo? ¿Es algo único? ¿Qué cambia en comparación con lo anterior? ¿Qué problema resuelve? ¿Se puede utilizar? ¿Puede usarlo otra persona? ¿Cómo reacciona la gente? ¿Hace que la gente se entusiasme?
La generación de ideas y la innovación utilizan la creatividad. Independientemente de que la creatividad se use para alegría propia o para un propósito externo, esta pasa por un proceso creativo. Wallas ha identificado 5 fases creativas: preparación, incubación, iluminación, evaluación y elaboración. Cada uno de estos pasos progresa de una manera orgánica y dinámica.
- Preparación: Al principio, el problema o asunto puede no estar claro. Por lo tanto, como primer paso, uno recoge y absorbe tanta información sobre el tema y los asuntos relacionados como sea posible. Esto ayuda a construir una mejor imagen del desafío y de lo que influye en él.
- Incubación: Una vez completada la primera fase, la información recogida será digerida y procesada, quizás centrando la atención en otras cosas como salir a pasear, limpiar la casa o hablar de ello con alguien.
- Iluminación: En esta siguiente etapa, una vez identificado el problema o cuestión central, el objetivo es generar una amplia selección de ideas y posibles soluciones. Un elemento clave es que el enfoque es abierto y objetivo, sin considerar nada como correcto o incorrecto.
- Evaluación: En esta fase, es el momento de decidir y evaluar la(s) idea(s), y seleccionar la(s) mejor(es) para actuar.
- Elaboración: Una vez que se ha tomado una decisión y se ha seleccionado la mejor idea o solución, es hora de ponerla en marcha. En esta etapa final, los principales requisitos son la aplicación, el compromiso y sobre todo la capacidad de resiliencia frente a los fallos antes de que el trabajo finalmente dé sus frutos.
Las habilidades más importantes que se pueden enseñar a un niño a través de este proceso son la perseverancia, la motivación, la tolerancia a la inseguridad y la celebración de las pequeñas victorias. El objetivo principal es fomentar la experimentación y valorar tanto los experimentos fallidos como los exitosos. Cabe recordar que se necesitaron cientos de pruebas para que Thomas Alva Edison inventara la bombilla. La lección clave aprendida es que si algo no funciona no es un fracaso, más bien ayuda a eliminar una opción equivocada. Por lo tanto, la perspectiva clave es destacar la importancia del proceso y no sólo del producto final, ya que la experiencia en sí misma profundiza la comprensión. Como mentor de alumnos, ese conocimiento y esa iluminación pueden apoyarse mediante indicaciones en las que se pregunte a los alumnos sobre su trabajo; cómo se les ocurrió la idea, qué los inspiró y si disfrutaron trabajando en ella. Un elemento clave de este enfoque es apoyar el pensamiento independiente de los alumnos, dejar que los niños expresen su opinión en las diferentes etapas de sus proyectos y debatir qué planean hacer a continuación y por qué. Si se es modelo o mentor es importante compartir las reflexiones propias, ya que pueden servir como ejemplo que haga que los alumnos estén más abiertos a reflexionar sobre su propio pensamiento. También es bueno recordar que los niños de diferentes edades actúan de forma diferente según su nivel de desarrollo cognitivo y la información y las habilidades adquiridas, pero también según aquello que les motiva.